Somos lo que comemos “la ciencia lo confirma” (y aun no creeís?)
Antes de comenzar me gustaría ponerles algunas citas:
Nuestros cuerpos están hechos de lo que comemos y bebemos, y el carácter de nuestra experiencia espiritual depende de lo que sirve de alimento a nuestras mentes y de lo que ellas asimilan. M.C.P. tomo 1 cap: La crítica [contexto: compara la mala comida a la mente como la critica al alma]
Por haberse apartado del plan señalado por Dios en el plan de alimentación, los israelitas sufrieron graves perjuicios. Desearon comer carne y cosecharon los resultados. No alcanzaron el ideal de carácter que Dio les señalara ni cumplieron los designios divinos. El Señor “les dio lo que pidieron; mas envió flaqueza en sus almas” (Salmo 106:15, VM). Preferían lo terrenal a lo espiritual, y no alcanzaron la sagrada preeminencia a la cual Dios se había propuesto que llegasen. C.S.R.A.641 [contexto: entiéndase por desearon comer carne a comer alimento no indicado por Dios]
Nos componemos de lo que comemos… C.S.R.A.682
Nuestros cuerpos se forman de lo que comemos y bebemos. M.S. tomo 2 Cap: 13
Por lo tanto, si comemos o bebemos, o si hacemos cualquier otra cosa, hagámoslo todo para gloria de Dios. Col 2:10
Estas entradas son las que me gustan donde la sabiduría de cielo es confirmada por la ciencia moderna:
A partir de ahora, la frase “somos lo que comemos” adquiere una dimensión absolutamente nueva, porque si antes veías a un tipo obeso comiéndose una hamburguesa de una sola mascada y pensábamos algo por el estilo, hoy podríamos decir que ese hombre incorporó información genéticade la doble con queso en su organismo. O al menos de los vegetales que podría haberle puesto en medio.
Un estudio de la Universidad Nankín descubrió que algunas hebras del ácido ribonucléico (ARN) de las verduras logran llegar a nuestro torrente sanguíneo luego de ingerirlas, regulando la expresión de los genes una vez dentro de nosotros.
Los micro ARN (o miARN) son pequeños filamentos del ARN que se acoplan de manera selectiva para coincidir con secuencias del ARN mensajero, teniendo como resultado la represión de aquellos genes. Chen-Yu Zhang y su equipo hallaron secuencias de miARN de plantas en el tejido de animales que comieron dichas plantas. En particular, el MIR168a -que es producido por el arroz y que es abundante en la sangre de los chinos estudiados- demostró en experimentos que tiene la capacidad de alterar la expresión genética en ratones, impidiendo la aptitud del hígado de filtrar la lipoproteína LDL, conocida popularmente como “colesterol malo”.
En definitiva, este descubrimiento revela un mecanismo de interacción fisiológica completamente nuevo, el cual podría tener aplicaciones médicas significativas, tanto terapéuticas como para explicar procesos poco entendidos (como la herbología).
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