El héroe que creó una selva (solo)
Esta historia que viene de la India tiene el sabor de los más tradicionales cuentos orientales.
En 1979 una inundación obligó a refugiarse a una gran cantidad de serpientes en zonas altas y las dejó varadas en un gran banco de arena. Cuando se retiraron las aguas, el joven Jadav Payeng, que contaba con 16 años se encontró con los ofidios muertos.
Las serpientes, que sobrevivieron al agua, murieron por el calor al carecer de una sombra en la que guarecerse.
La sensibilidad de este hombre le llevó a sentarse y llorar por los animales muertos.
Se dirigió a las autoridades para intentar que plantaran árboles allí. Recibió su negativa y le aseguraron que ningún árbol volvería a crecer. Le aconsejaron que plantara bambú.
Nadie quería saber nada, ni nadie quería ayudarle.
Jadav Payeng en la actualidad con 47 años |
Jadav Payeng comenzó en 1979 a enterrar semillas y trasplantar árboles de especies autóctonas en una región arenosa y estéril situada en las orillas del río Brahmaputra (India). Hizo de esta tarea el objeto de su vida.
Su intuición y conocimiento de la vida natural le llevó a recrear el ecosistema natural.
La planta sagrada de los incas desafía al gigante Monsanto – La naturaleza se abre paso.
Pánico entre agricultores de Estados Unidos. La transnacional de semillas transgénicas no sabe qué hacer con el amaranto (kiwicha) que acabó con sembríos de soya.
En Estados Unidos los agricultores han tenido que abandonar cinco mil hectáreas de soya transgénica y otras cincuenta mil están gravemente amenazadas.
Este pánico se debe a una “mala hierba”, el amaranto (conocida en el Perú como kiwicha) que decidió oponerse a la transnacional Monsanto, tristemente célebre por su producción y comercialización de semillas transgénicas.
En 2004 un agricultor de Atlanta comprobó que algunos brotes de amaranto resistían al poderoso herbicida Roundup. Los campos víctimas de esta invasora “mala hierba” habían sido sembrados con granos Roundup Ready, que contienen una semilla que ha recibido un gen de resistencia al herbicida.
Desde entonces la situación ha empeorado y el fenómeno se ha extendido a Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y Missouri. Según un grupo de científicos británicos del Centro para la Ecología y la Hidrología, se ha producido una transferencia de genes entre la planta modificada genéticamente y algunas hierbas indeseables como el amaranto.
Esta constatación contradice las afirmaciones de los defensores de los organismos modificados genéticamente (OMG): una hibridación entre una planta modificada genéticamente y una planta no modificada es simplemente “imposible”.
Según el genetista británico Brian Johnson, “basta con un solo cruce logrado entre varios millones de posibilidades. Una vez creada, la nueva planta posee una enorme ventaja selectiva y se multiplica rápidamente. El potente herbicida que se utiliza aquí, Roundup, a base de glifosato y de amonio, ha ejercido una presión enorme sobre las plantas, las cuales han aumentado aún más la velocidad de la adaptación”. Así, al parecer un gen de resistencia a los herbicidas ha dado nacimiento a una planta híbrida surgida de un salto entre el grano que se supone protege y el humilde amaranto, que se vuelve imposible de eliminar.
La única solución es arrancar a mano las malas hierbas, como se hacía antes, pero esto ya no es posible dadas enormes dimensiones de los cultivos. Además, al estar profundamente arraigadas, estas hierbas son muy difíciles de arrancar con lo que, simplemente, las tierras fueron abandonadas.
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