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MÉXICO, D.F., enero 3 (EL UNIVERSAL).- Pasaban las 09:00 horas de este martes y Julián Tives León, de 60 años, ya hacía fila para hacer un trámite en un banco al sur de la ciudad de México.

A esa hora, la sucursal bancaria ubicada en avenida División del Norte número 1509 ya estaba repleta; muchos usuarios se mostraban impacientes por llegar a la ventanilla para también realizar alguna gestión financiera. De pronto, Julián se llevó las manos al pecho. Pasaron sólo unos instantes y se desplomó.

Comenzó a agonizar sin que nadie lo auxiliara. Indiferentes funcionarios y clientes del banco apenas y lo veían de reojo, mientras Julián Tives sufría espasmos que lo hacían convulsionarse, según algunos testigos.

Pese a lo dramático de la escena la indiferencia dominó. Nadie hizo nada.

Apenas un guardia de seguridad se acercó a aquel hombre que yacía en el piso, abandonado a su suerte y encarando a la muerte.

Julián no recibió la ayuda que en ese momento reclamaba su cuerpo. Su corazón se detuvo, ahí murió ante la indiferencia de quienes hacían fila para cumplir con su trámite bancario.

Su cuerpo fue cubierto con una sábana azul en el interior del banco y aún ahí tirado en el piso continuó con su operación normal, como si nada hubiera pasado, sólo unos pocos clientes se salieron ante la escena.

HASTA DONDE ESTAMOS LLEGANDO EN EL MUNDO? HACE UNOS MESES VIMOS A LA NIÑITA ATROPEYADA DE CHINA QUE ERA ARRASTRADA SIMPLEMENTE A UN LADO. AHORA UNA PERSONA EN MEXICO.

VUELVO Y REPITO LA SIGUIENTE CITA:

“El derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.” Isa. 59: 14.

Estamos viviendo en el tiempo del fin. El presto cumplimiento de las señales de los tiempos proclama la inminencia de la venida de nuestro Señor. La época en que vivimos es importante y solemne. El Espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad.  3 J.T. pág 280

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