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Aysén o cómo no entender a las regiones (Centralismo desmesurado)

Mientras todos estaban de vacaciones, en la Región de Aysén se sucedía una serie de protestas, producto del descontento de miles de habitantes por el abandono de las autoridades a las regiones. Sólo un ministro se pronunció sobre lo que ocurría en esta región. Y vaya lo que dijo. La palabras del ministro Longueira fueron “hay una coordinación que se observa desde Santiago” y frente a esas palabras se pueden extraer dos cosas. La primera, es que el ministro deja implícito el centralismo del poder político, que raya en una ignorancia supina sobre los problemas y la vida en las regiones más apartadas del país. ¿Pensará el ministro que todo el malestar de la gente tiene que ser dirigido desde la capital, que las personas de las regiones son cuasi autómatas y siguen a pie juntilla los dictados de un grupo de señores en Santiago? No. Lo de Aysén contradice ese pensamiento centralizado y anclado en la capital para poner que la existencia y los problemas de personas y sus sufrimientos también tienen un correlato en el lugar en donde viven. Esto, además de menospreciar a las regiones extremas del país, desdeña la inconformidad de las personas, esa que hace que se levanten a protestar por las condiciones de vida.

Unido a esto último, se encuentra el segundo punto, ya que el ministro de economía es militante de la UDI, que dice representar y abocarse a los “problemas reales de la gente”. ¿El malestar de los ciudadanos no es un problema “real” o es que este discurso no es más que eso, un discurso vacío que no tiene por objetivo solucionar los problemas de la gente? En sociología se enseña que los problemas sociales son principalmente determinados por lo que las mismas personas perciben como problema. Si para los aiseninos el precio del petróleo y el costo de la vida es un problema, ergo los adalides de los problemas reales de la gente deberían estar con ellos. Pero no.

Y para solucionar el problema, se recurre a la vieja táctica que ya parece la única estrategia política válida que tiene el gobierno: el garrote o la zanahoria. Te doy palo y ya sabes donde puedes poner la zanahoria.

Pero la ignorancia del ministro no es tan sólo de él, sino que de muchos políticos que no saben y desconocen los modos de vida en otras regiones. No entienden los problemas de las personas y no quieren escuchar, y envían más carabineros para reprimirlos. ¿Es sólo Aysén? No: ahí tenemos los casos de Calama, Magallanes, Rapa Nui y los pueblos destruidos por el terremoto-maremoto.

Muchas veces se ha discutido sobre la necesidad de ampliar la democracia, hacerla más horizontal para acceder a las distintas problemáticas de la ciudadanía, lo que también debería incluir la democratización de las regiones. Ello significa la elección directa de las autoridades encargadas de resolver y representar a la región. El asunto de Aysén o de otras regiones que se levanten en el futuro, no se resuelve tan sólo destinando más recursos, sino también entregando más capacidades a los mismos ciudadanos, que deben tener el poder y el derecho de dirigir el camino y la gestión de su propia región. Es inaceptable que las decisiones tengan que estar en Santiago y no en el lugar en que afectan. El centralismo está matando a las regiones y conjuntamente, a la democracia.

Y esto ocurre porque la institucionalidad democrática no cumple o no está dirigida a descentralizar. Recuerdo muy bien que uno de los argumentos para mantener el congreso en Valparaíso era que fomentaba la regionalización ¿Realmente ocurre eso? Soy un firme convencido que el congreso debería regresar a Santiago, por un asunto de volver a la tradición republicana y romper con los símbolos que nos legó la dictadura, y por otra parte, porque agilizaría la toma de decisiones entre el poder ejecutivo y el legislativo. De nada sirve que el congreso esté en Valparaíso cuando las políticas públicas son hechas en Santiago por un grupo reducido de individuo., Hablo del congreso porque allí se supone están los representantes de las regiones, quienes deberían velar por las necesidades de ellas. Un órgano vital para las regiones como es el congreso ni siquiera representa la regionalización que dice representar ni tiene la verdadera labor o la intención de hacerlo. La verdadera regionalización pasa por que los actores de las regiones tomen las decisiones que les corresponde en su región y que sus necesidades sean escuchadas y representadas en el poder central.

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