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La mañana del 12 de enero de 2007, un hombre vestido de forma sencilla, ingresó a la estación “L’Enfant Plaza Station” una de las estaciones más concurridas del metro de Washington, D.C. El hombre se colocó cerca de una de las puertas de acceso, abrió un discreto maletín y saco un violín anticuado.
Tras unos minutos, colocó el maletín a sus pies y puso algunas monedas con la finalidad de atraer donativos de quienes por ahí pasaban. Eran las 8:00 am y durante los siguientes 45 minutos, mientras el hombre tocaba 6 sinfonías de Bach, más de 1,097 personas pasaron por ahí, muchas de ellas camino al trabajo.
Los que por ahí pasaban se enfrentaban a un suceso bastante común: un extraño en el metro, tocando algún instrumento y pidiendo ayuda. ¿Te detienes a escuchar la música? ¿Ignoras por completo al hombre que está tocando? ¿Le das una moneda por cortesía? ¿Evalúas la calidad de su música? ¿Te preguntas quién es y que será de su vida?
Tras 45 minutos de música, sólo 7 personas se detuvieron por al menos 1 minuto para escuchar la música. 27 personas hicieron donativos -la mayoría sin detenerse siquiera- por un total de $32 dólares. Las restantes 1,070 personas que pasaron por ahí fueron absolutamente indiferentes a la música y al violinista.
Nada de esto resultaría extraordinario, sino fuera porque se trataba de un experimento especialmente creado por The Washington Post. Quién tocaba el violín no era un extraño, sino Joshua Bell, considerado el mejor violinista del mundo. El violín “anticuado” no era más que un Stradivarious de 1710 valuado en 3.5 millones de dólares. Las sinfonías tocadas incluían la “Chaconne” de Bach, considerada una de las piezas musicales más extraordinarias y complejas.
Tan sólo 3 días antes, Joshua Bell, el “extraño” violinista del metro, se había presentado en el “Boston Symphony Hall” donde las localidades habían promediado un costo de 100 dólares y habían sido agotadas desde el primer día que salieron a la venta. En el metro de Washington, Bell sólo recaudo 32 dólares y sólo 7 personas se detuvieron a escucharlo.
¿Es posible que tantas personas pudieran ignorar al violinista más aclamado del mundo? ¿Es posible que nadie se detuviera por más de un minuto para admirar la extraordinaria complejidad de las sinfonías tocadas? Si no somos capaces de detenernos a admirar a Joshua Bell en el metro de Washington en una mañana cualquiera ¿Cuántas cosas más nos estaremos perdiendo?
El experimento de “The Washington Post” fue aclamado por la crítica y le valió un premio Pulitzer al reconocido diario americano. Pero más allá de las buenas críticas y de los reconocimientos, el experimento del violinista en el metro sirvió como claro ejemplo de la incapacidad de los seres humanos para apreciar la belleza y el talento en un contexto inusual.
Nuestros ritmos de vida, nuestras demandantes profesiones, las obligaciones y todo aquello que ocupa nuestras agendas, parecen adueñarse de nuestra vida y de nuestra capacidad de asombro. ¿Cuántos de nosotros hubiéramos pasado por ahí ignorando la música? ¿Cuántos de nosotros no habremos ignorado los sucesos extraordinarios que sucedían a nuestro alrededor en algún momento de nuestra vida?
Quizás los seres humanos debamos fijar la vista en nuevas direcciones. Quizás debamos aprender que quién controla nuestra agenda somos nosotros mismos. Lo extraordinario esta allá afuera, esperando –como Joshua Bell- a ser descubierto.
Ahí, en el metro donde el violinista tocó 6 piezas de Bach. Ahí, en nuestros lugares de trabajo y en nuestros hogares; ahí podemos encontrar las piezas más complejas y extraordinarias de esa sinfonía que llamamos vida.
Les dejo un Videito Youtube de Joshua Bell – Beethoven violin concerto no 1
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