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Señales del fin: Zarandeo doctrinal ¿Quienes son los elegidos?

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¿QUIENES SON LOS ELEGIDOS?

Problemas Teológicos en el Devocional para el 2016

Carlos G. Martín PhD, MDiv, MA
Escuela de Teologia, Profesor
Southern Adventist University

Existe una amplia gama de opiniones entre adventistas en cuanto al Islam y su lugar en el plan de Dios. Por un lado, algunos piensan que el Islam fue originado por Satanás como una falsa alternativa al cristianismo ya existente. Por otro lado hay algunos que piensan que el Islam fue levantado por Dios, que Mahoma fue un verdadero profeta, que el Corán es un libro inspirado, que el Islam es una religión verdadera, y que los musulmanes convertidos no necesitan abandonar el Islam. Muchas otras posiciones se encuentran en el medio. El Pastor Dwight Nelson ha hecho declaraciones en sermones que han agitado la polémica y ha realizado declaraciones en libros devocionales que aumentarán la confusión ante un público que hasta ahora no ha sido muy expuesto a este tema. Los devocionales de 2016 para lectores en español (Nelson, 2016, español) y francés (Nelson, 2016, francés) son las traducciones del devocional para 2012 en inglés: The Chosen: God’s Dream For You [Los Elegidos: El Sueño de Dios para Ti] (Nelson, 2012). En todos estos devocionales se dedican cuatro páginas al Islam. Este artículo no analiza el sermón (Nelson, 2006) del que Nelson extrajo porciones para los devocionales, sino que analiza las cuatro páginas devocional en el que transmitió algunas de las ideas expresadas en el sermón.

Este artículo abordará cuestiones teológicas que Nelson plantea en estas cuatro páginas: Mahoma recibió visiones de Dios a través del ángel Gabriel, Dios eligió a los descendientes de Ismael para “un destino eterno” a través del Islam, y los hijos de Ismael son de importancia crucial en el plan maestro de Dios.

El devocional hace la pregunta “¿Quién era Mahoma?” y proporciona una concisa biografía sobre el fundador del Islam (p. 299). Nelson dice que “se casó con una viuda rica.” Podría añadirse que Khadija era la dueña de la empresa en que Mahoma trabajaba, que era 15 años mayor que él, que ella le propuso casamiento, que era cristiana, y que se casaron en una ceremonia cristiana. En aquel momento había muchas formas pervertidas del cristianismo (mucho menos en número que en lo que hay en la actualidad), algunos de las cuales habían sido expulsadas de las fronteras del imperio romano. El cristianismo que conoció Mahoma no era la versión más pura de la religión de Cristo, pero Mahoma sabía acerca de Cristo. Sabía suficiente como para hablar acerca de Su muerte expiatoria y resurrección, pero él negó ambas—Nelson no dice esto. Mahoma fue fiel a Khadija hasta que ella murió. Poco tiempo después se casó con Aisha cuando ella tenía seis años y consumó su matrimonio cuando ella tenía nueve y él tenía cincuenta y tres. Siguiendo el precedente dejado por Mahoma, la ley islámica (sharia) permite que los hombres se casen con niñas de nueve años. Mahoma dijo que Dios le permitió tener un número ilimitado de esposas (Corán 33:50-53)—tuvo diez; sin embargo, él no permitió que a ningún otro hombre tenga más de cuatro esposas (Corán 4:3). El Islam es la única religión en el mundo que permite la poligamia.

1) Dwight Nelson afirma que “en una cueva, [Mahoma] recibió una visión del ángel Gabriel, visiones que siguieron doce años.” Esta declaración tiene serias implicaciones teológicas. La primera es que supone que Jibriel (el equivalente de “Gabriel” en árabe) es el mismo ser que habló a con Daniel (Dan 8:16) en el Antiguo Testamento y con María (Luc 1:26) en el Nuevo Testamento. Sin embargo, Gabriel y Jibirel se contradicen. ¿Podría ser posible que Satanás se apareció a Mahoma como “un ángel de luz”? (2 Cor 11:14-15). ¿Cómo puede uno saber la diferencia? Elena G. de White respondería: “La Palabra de Dios es el gran detector de errores” (El Cristo Triunfante [matutina], 333). Una comparación entre Gabriel y Jibriel será útil.

En Daniel 9:20-27 Gabriel anunció la muerte expiatoria (sustitutoria) del Mesías diciendo: “Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí” (9:26). La muerte expiatoria de Cristo por los pecadores es el tema del Nuevo Testamento. Sin embargo, Jibriel en el Corán sólo ofrece la eficacia de las obras para la expiación, como le dictó a Mahoma en Corán 7:8-9, “Ese día, el peso en la balanza será la verdad. Aquellos cuyas acciones tengan peso, serán quienes hayan tenido éxito. Pero aquellos cuyas acciones apenas pesen, serán quienes se hayan perdido a sí mismos por haber sido injustos.” Un erudito musulmán afirma: “La creencia cristiana en la muerte sacrificial redentora de Cristo no encaja con la visión islámica que el hombre ha sido siempre fundamentalmente bueno, y que Dios ama y perdona a aquellos que obedecen su voluntad” (Katergga & Shenk, 1997, p. 175). El ángel de Jehová instruyó a María, “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat 1:21). Charles Spurgeon (1887) dijo acertadamente: “Dejar la Cruz a un lado es matar la religión de Jesús. La expiación por la sangre de Jesús no es un brazo de la verdad cristiana; es el corazón de ella.” Uno de los dos seres quería destruir el cristianismo.

Gabriel anunció la fecha de la crucifixión del Mesías pero Jibriel la niega. Aquí están las palabras del Corán dictado por Jibriel: “Y dijeron: Hemos matado al Mesías, a Jesús hijo de María, el Mensajero de Allah. Pero no le mataron ni le crucificaron, sino que lo confundieron con otro a quien mataron en su lugar. Quienes discrepan sobre él tienen dudas al respecto. No tienen conocimiento certero sino que siguen suposiciones, pero ciertamente no lo mataron” (Corán 4:157). Uno de los dos no estaba diciendo la verdad.

Cuando Gabriel habla a María, describe a Niño que iba a nacer como “el Hijo del Altísimo” (Luc 1:32) y “el Hijo de Dios” (Luc 1:35). Sin embargo Jibriel negó que Jesús es el Hijo de Dios. En Corán 4:171 Jibriel le dijo a Mahoma: “Creed pues, en Alá y en Sus Mensajeros. No digáis que es una trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Alá es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo.” Las cuentas en un rosario musulmán ayudan a los fieles a contar y recitar los 99 atributos de Dios; Dios aparece como Creador, Sabio, Todopoderoso, etc., pero nunca como un Padre. Según el Islam, la creencia que Jesús es Dios o hijo de Dios es shirk (el asociar a Dios con alguien más), lo cual es un rechazo de la Unicidad divina de Dios (tawhid) y el único pecado imperdonable (Esposito, 2002, pp. 32, 74). La Biblia pregunta: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2:22-23). Dwight Nelson afirma que el ser que apareció a Mohammed fue Gabriel. Fue irresponsable llevar a lectores a creer eso. No pudo ser Gabriel. Una nueva revelación no puede contradecir una anterior.

En el devocional, Nelson establece como un hecho que Gabriel apareció a Mahoma durante doce años y entonces introduce la idea que por su medio Dios encendió en la oscuridad del paganismo “la tenue luz de la verdad” (p. 299). Es posible hacer empujar ese pensamiento: Si ese ser sobrenatural era el ángel Gabriel y las vinieron de Dios, entonces Mahoma fue Profeta; si eso es cierto, entonces el Corán fue inspirado, como dicen los musulmanes. Puesto que Nelson afirma que Mohammed recibió visiones, es adecuado preguntarle: ¿Fueron esos encuentros de Gabriel con Mohammed similares a los encuentros de Gabriel con Daniel? Las “Directrices para la Participación en Misión Global” provistas por la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día establecen: “La iglesia no debe utilizar lenguaje que pueda dar la impresión de que reconoce o acepta la naturaleza y la autoridad asignada a ‘sagradas escrituras’ por los seguidores de religiones no cristianas” (Iglesia Adventista del Séptimo Día, 2003). Nelson debiera tener cuidado y evitar sugerir que Mahoma escribió el Corán como resultado de visiones de Dios. Millones de adventistas del séptimo día serán expuestos a sus declaraciones acerca de Mahoma.

El Corán establece que Jesús fue un simple ser humano, como dice Corán 3:59 dice: “Verdaderamente Isa [Jesús], ante Allah, es como Adán. Lo creó de tierra y luego le dijo: ¡Sé! Y fue.” Según el Corán, Jesús fue sólo un profeta y el precursor de Mohammed, como dice Corán 61:6, “Dijo Isa, hijo de Maryam [Jesús, hijo de María]: ¡Hijos de Israel! Yo soy el mensajero de Allah para vosotros, para confirmar la Torá que había antes de mí y para anunciar a un mensajero que ha de venir después de mí cuyo nombre es Ahmad.” Mahoma nació casi 600 años después de Cristo. Si Mahoma recibió visiones de Dios, ¿Fue el Corán superior al Nuevo Testamento? Nelson introduce la idea que “para reavivar su luz y su fe entre los Hijos de Ismael” Dios usó “la voz terrena de Mahoma” (p. 300). Las declaraciones de Nelson levantan muchas preguntas serias. Lo preocupante es que muchas de esas preguntas serán planteadas por nuevos adventistas en muchas partes del mundo, que confían que un libro devocional representa las opiniones de la iglesia.

Mientras que Dwight Nelson no lo dice no explícitamente, deja la puerta abierta para otras perspectivas sobre la inspiración y revelación. Cómo responderá el liderazgo de la iglesia a la preguntas, ¿Recibió visiones de Dios? ¿Es el Corán inspirado? Dwight Nelson no es el único que está introduciendo estas ideas. ¿Cómo abordarán los adventistas del séptimo día el principio de Sola Scriptura y con aquellos que afirmen la inspiración del Corán? Mientras esta cuestión se considera, la semilla de la confusión se extiende a través del libro devocional de Nelson.

2) En su devocional Tú Eres el Elegido,” Dwight Nelson introduce la idea que Dios escogió al pueblo árabe para una misión especial en la historia. Él enumera tres “primeros” en Génesis 16 como evidencias preliminares que Dios escogió a Ismael “para un papel excepcional en la historia del mundo”: Esta es la primera vez en la historia sagrada que el ángel del Señor aparece a un ser humano— Agar, una sierva egipcia (16:7), que Dios da nombre a un niño: Ismael, el padre de los árabes (16:11) y que un ser humano, Agar, testifica que vio a Dios (16:13). Nelson otra vez formula preguntas retóricas (que tienen respuestas obvias), “¿Es todo coincidencia? ¿O plantó Dios intencionalmente las semillas del destino eterno en la historia del nacimiento de Ismael y del pueblo árabe?” (p. 300). Estas preguntas podrían contestar con otras preguntas retóricas: Suponiendo por un momento que Dios tenía un “destino eterno” de Ismael como el padre de una nación que sería parte de “los elegidos,” ¿Puede una nación perder su condición de ser “la elegida de Dios”? ¿No perdió Israel su condición, según Mat 21:43? ¿Es el hecho de que Ismael fue hijo de Abraham una garantía de que las enseñanzas predicadas por Mahoma 2.500 años más tarde eran verdaderas? Cuando Nelson implica que Dios levantó “la voz terrenal de Mahoma para llamar a sus hijos rebeldes a volver al Dios Creador,” está llevando los lectores a creer que Dios levantó el Islam.

Será útil referirse brevemente a dos referencias bíblicas a Agar e Ismael. Génesis dice que el Señor predijo acerca de Ismael: “ Será un hombre indómito como asno salvaje. Luchará contra todos, y todos lucharán contra él; y vivirá en conflicto con todos sus hermanos” (Gen 16:12, NVI). Ismael sería violento y afectaría a todo el mundo con sus actitudes hostiles. No hay ninguna referencia a Ismael como “elegido” aunque en Gen 17:20 Dios añade, “He aquí quele bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera.” La promesa a Ismael se relaciona con su historia e incluso con la historia del mundo pero no habla de paz ni de una alianza con Dios (Treiyer, 2014). Ellen de White subraya, “Quedó el sello del carácter que había legado a su posteridad. La nación poderosa que descendió de él fue un pueblo turbulento y pagano, que de continuo afligió a los descendientes de Isaac” (Patriarcas y Profetas, 174).

Las promesas a Isaac difieren de las dadas a Ismael. A través del linaje de Isaac “todas las naciones de la tierra” serían bendecidas” (Gen 18:18). Gal 3:16 dice, “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” Los hijos de Abraham hoy en día no están relacionados con una línea genealógica; ningún grupo recibe una bendición especial por ser capaces de decir, “Nuestro Padre es Abraham” (Juan 8:39), y esto se aplica también a los pueblos árabes, los descendientes de Ismael, y aun a los miembros de la iglesia por mérito de su membresía. Jesús continúa diciendo, “Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.”

Gálatas 4:21-31 hace referencia a Agar e Ismael. Aquí Paul exhibe una perspectiva despectiva del incidente con Agar. ¿Por qué? El lugar de Agar en el relato de Génesis se relaciona directamente con el fracaso de Abraham de creer la promesa de Dios. En Gen 17:18, 19, Abraham rogó a Dios que acepte a Ismael como su heredero; el Señor, por supuesto, rechazó esa oferta. No había nada fuera de lo común sobre el nacimiento de un hijo a esta mujer, un niño nacido “según la carne” (Gal 4:29). Después de decir en Gal 4:28 que Isaac era el hijo de la promesa, en Gal 4:30-31 Paul concluye su caso: “Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.” Cuando Nelson incluye los descendientes de Ismael entre “los elegidos” está diciendo algo que la Biblia no dice. La promesa hecha a Abraham es para aquellos que están “en Cristo” (Gal 3:14), incluyendo árabes, judíos y Gentiles; lo que realmente cuenta es una “nueva creación” para los que están “en Cristo” (Gal 6:15-16). Esto es la manera en que alguien se convierte en parte de “los elegidos.”

Dwight Nelson utiliza cuatro historias para validar su afirmación de que la elección de Ismael fue de crucial importancia en el plan maestro de Dios. La primera es la historia de José en Génesis 37-45. José fue vendido como esclavo a los ismaelitas más de 2.500 antes del nacimiento del Islam. Sin embargo, Nelson ve en esa historia otra evidencia que los musulmanes siempre tuvieron “un papel excepcional en la historia del mundo” porque los descendientes de Ismael en los días de José fueron “agentes divinos en la conservación de un remanente” (p. 301). El argumento de la intervención de los ismaelitas en preservar un remanente es tan débil como dar un valor especial al zoroastrismo, la religión de Ciro, Darío y Artajerjes sólo porque fueron agentes que Dios utilizó para permitir el regreso de un remanente de la cautividad babilónica. De hecho, Gen 37:28 los ismaelitas son también llamados madianitas, quienes fueron archienemigos de Israel en los días de Gedeón. Estos hechos de la historia no deberían utilizarse para determinar la naturaleza de una religión nacida en Arabia 2,500 años más tarde.

Nelson encuentra una segunda evidencia que los ismaelitas eran “agentes divinamente designado” en la historia de los “Reyes Magos de Oriente.” Según Nelson, los ismaelitas eran “agentes divinamente señalados” para llamar la atención sobre el Mesías y que “los musulmanes siempre tuvieron un lugar especial en el corazón de Dios” (p. 301). Nelson asume que “los magos” (Mat 2:1, 7) que adoraron al Niño Jesús eran descendientes de Ismael. La palabra griega usada en Mateo es “magoi” (la misma palabra para el origen de la palabra “magia”). Hasta el día
de hoy los sacerdotes del zoroastrismo, o parsismo, la religión de Persia, se llaman “magos.” Nelson insiste en que los magos eran “descendientes de Ismael.” ¿Eran árabes o persas? No es posible probar el origen de los magos “venidos del Oriente.” De todos modos, esto no es un argumento teológico serio que debe utilizarse tratando de validar el concepto de que los musulmanes fueron “elegidos” incluso antes del nacimiento del Islam.

Nelson pregunta, “¿Aparece el Islam en la profecía bíblica?” Luego se refiere a la “historicista interpretación de Apocalipsis 9, que ve en las fuerzas del Islam juicios divinamente guiados contra la iglesia apóstata y las naciones de la edad media” (p. 301). Este método de interpretación identifica acertadamente el papel de “los hijos de Ismael” en castigar a la cristiandad apóstata bajo las quinta y sexta trompetas. Lo alarmante es que Nelson utiliza la referencia a los ejércitos musulmanes como prueba que “los musulmanes siempre han tenido un lugar especial en el corazón de Dios” (p. 301). Evidencias bíblicas indican algo distinto. En Apoc 9:1 Mahoma es descrito como “una estrella que cayó del cielo a la tierra.” Puesto que el Apocalipsis está lleno de referencias del Antiguo Testamento, es inevitable no ver una conexión con Isa 14:12-14, donde se describe la caída de Lucifer. En el estilo Satanás (Lucas 4:5-6), mezclando verdad con error, Mahoma erradicó la idolatría y predicó el monoteísmo pero al mismo tiempo se exaltó a sí mismo sobre Cristo y los profetas de la Biblia (Corán 33:40; 61:6; 7:156) y negó la encarnación del Hijo de Dios y Su divinidad. En Apocalipsis 9, los ejércitos musulmanes se describen como un movimiento “que subió del abismo.” La Biblia se refiere al abismo como la morada de Satanás y sus ángeles rebeldes, como el lugar de donde surgen para engañar y destruir a las naciones (Isa 14:12, 15-19; Lucas 8:27, 29, 31; Jud 6, 13; ver Lev 16:10; 21-22; Apoc 20:1-3). El abismo como el lugar de origen de este poder está en agudo contraste en Apocalipsis con seres celestiales que descienden “del cielo” (10:1, 18:1, 20:1) o vuelan “por en medio del cielo” (14:6). La aparición del Islam en la profecía bíblica, en contraste con la luz del Evangelio de Jesús, se relaciona con la oscuridad— “se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo” (Apoc 9:2). Entonces el profeta dice que “del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra” (9:3). Una religión falsa con veneno mortal llenó el mundo de oscuridad y engaño cuando enjambres de sarracenos, como langostas, cubrieron el imperio romano. Llegaron como destructores (9:11). En trompetas anteriores otros pueblos también fueron instrumentos de castigo (los godos, vándalos, hunos, y ostrogodos) pero eso no significa que sus religiones eran verdaderas ni que tenían “un lugar especial en el corazón de Dios.” La religión de este nuevo instrumento de castigo era veneno y oscuridad.

Nelson utiliza una historia no bíblica para mostrar “lo estratégico que fueron los hijos de Ismael en el plan maestro divino” (p, 301). El emperador Carlos V desvió su atención de los protestantes que pensaba aplastar debido a que “los turcos otomanos avanzaron rápidamente hasta las mismas puertas de Viena.” De hecho, no fue repentino, puesto que 15 meses transcurrieron entre la declaración de guerra y la llegada de las tropas del Santo Imperio Romano para unirse a las fuerzas del rey polaco Juan Sobieski III (Tucker, 2010, págs. 656, 659). Sin embargo, es cierto que el protestantismo se salvó de una terrible pérdida cuando los ejércitos del Santo Imperio Romano fueron desviados a Viena. Dwight Nelson utiliza este capítulo de la historia para dar a entender que el Islam era un movimiento “elegido” y levantado por Dios como “agentes divinamente señalados” para “un papel excepcional en la historia del mundo.” Dios también usó a los asirios (Isaías 10), a los babilonios (Jeremías 21) y a los persas (Isaías 45) para sus propósitos, pero eso no significa que sus religiones eran verdaderas ni que habían sido levantadas por Dios.

Nelson cierra su serie de cuatro devocionales sobre el Islam como un movimiento “elegido” diciendo: “Toda religión tiene una minoría fanática. Sin embargo, llamar satánica a una religión por los extremistas que la profesen no es precisamente una manifestación de la regla de oro cristiana” (p. 302). Es importante aclarar algunos puntos aquí. Anteriormente este artículo mostró que el Señor predijo acerca de Ismael, que “Será un hombre indómito como asno salvaje. Luchará contra todos, y todos lucharán contra él; y vivirá en conflicto con todos sus hermanos” (Gen 16:12, NVI). Sus descendientes serían violentos y afectarían a todo el mundo con su hostilidad. Esto se hace evidente en el texto sagrado del Islam. Hay más de 100 versículos en el Corán que abogan por el uso de la violencia para difundir la religión de Alá. Hay exactamente 123 versos en el Corán sobre combates y muerte. Alguien puede argumentar que su vocabulario es parecido al del Antiguo Testamento en los días de los jueces—instrucciones para un cierto período de la historia con el propósito de crear un espacio para los hijos de Israel en la tierra que Dios había prometido a Abraham (Gen 12:7) y para crear un territorio sin idolatría (Deut 12:29-32). El Corán es diferente de estas instrucciones dadas para un cierto periodo de la historia. La mayoría de sus textos de violencia son abiertos, o sea que no están restringidos por el contexto histórico del texto, son parte de la palabra eterna e inmutable de Dios y determinan el tono de la historia para el presente y el futuro, hasta que el Islam sea la única religión en la tierra. Algunos de estos textos son:

Corán 8:12: “Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Cortadles el cuello y cortadles sus dedos!”

Corán 8:39 “Combátelos hasta que no haya más oposición y la práctica de adoración se dedique por completo a Allah.”

Corán 9:5 “Mas cuando hayan pasado los meses sagrados [en los cuales se os ha vedado el combate armado] matad a los idólatras dondequiera les halléis, capturadles, cercadles y tendedles emboscadas en todo lugar, pero si se arrepienten [y aceptan el Islam], cumplen con la oración prescrita y pagan el Zakât dejadles en paz.

Corán 48:29 “Muhammad es el Mensajero de Allah. Quienes están con él son severos con los incrédulos, pero misericordiosos entre ellos.”

Corán 61:4 “Ciertamente Allah ama a quienes combaten en filas por Su causa.”

Corán 98:6 “Por cierto que quienes no creyeron de entre la Gente del Libro y los idólatras serán castigados eternamente en el fuego del Infierno; y éstas son las peores criaturas.”

En todas las religiones hay creyentes activos y hay quienes son nominales. Hay adventistas obedientes y los hay indiferentes. Muchos adventistas “normales” no molestan a sus vecinos con un folleto evangelístico o una invitación para estudiar la Biblia y hay adventistas obedientes, los que creen que ser testigos activos es una cuestión de obediencia (Hechos 4:29, 20; 5:28-29). Entre los musulmanes hay muchos que son considerados “pacíficos y buenos vecinos” que pueden ir a la mezquita semanalmente o no. También hay una minoría que, según ellos, es obediente a las instrucciones de Alá. Quieren obedecer a los más de cien versículos en el Corán que ordenan combatir y matar a los infieles. Aún hay algunos que usan las instrucciones del Corán de una manera radical y quieren aplicar esas instrucciones no sólo donde la sharia [ley musulmana] es la ley del país, sino también más allá de sus fronteras. ¡Todos los
musulmanes, desobedientes y obedientes, necesitan el evangelio! ¡Todos los adventistas necesitan reavivamiento y reforma!

Con 1,400 millones de musulmanes es fácil enfatizar que en su infinita misericordia Dios no puede condenar a tantos seguidores del Islam. Esto es más fácil que llevar el mensaje de los tres ángeles “donde Cristo no sea conocido” (Rom 15:20, NVI). Es más fácil pensar que Dios salvará de alguna manera a los musulmanes y católicos, tal vez por medios sobrenaturales,que desarrollar estrategias efectivas, que tal vez requieran sacrificio para llevarles el evangelio. Muchos aun han llegado a la conclusión que hay un remanente dentro del Islam. No tienen que abandonar el Islam para ser salvos. Si fuera así acerca de los musulmanes, ¿por qué no decir lo mismo de los 1,500 millones de católicos? ¿No necesita un mormón para “salir” de Babilonia y unirse a la iglesia remanente? Si empujamos el concepto de la “amplitud de Su misericordia” llegaremos al universalismo. ¿Podría ser que estos esfuerzos para reivindicar a los musulmanes, son parte de un paquete más amplio que incluye la reivindicación de los homosexuales, la ordenación de mujeres, e incluso la reivindicación del ecumenismo? ¿Podría ser que todos estos esfuerzos son parte de un esfuerzo detrás de las cortinas para distraer a la iglesia y para que la iglesia remanente pierda su sentido de misión?

Esta revisión no puede concluir sin el punto más importante que Dwight Nelson quiere hacer, que los musulmanes necesitan escuchar “el evangelio eterno,” para que las vastas regiones del Islam un día puedan ser “alumbradas con el poderoso haz de la Gloria divina de Apocalipsis 18:1 (p. 302). No hay duda que Dwight Nelson quiere enfatizar que Dios ama a todos, y que el evangelio es para todos, incluyendo a los musulmanes. Si esto es cierto, ¿por qué no decirlo claramente sin sugerir que Mahoma fue inspirado o que Dios plantó “intencionalmente la semilla del destino divino en la historia del nacimiento de Ismael y del pueblo árabe”? Dios ama a los musulmanes, pero su religión, el Islam, no fue transmitida por Gabriel ni levantada por Dios. El alimento espiritual para un libro devocional debe venir sin perspectivas innecesarias y peligrosas que no reflejan las enseñanzas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día o traer confusión a los lectores que confían en la literatura denominacional diseñada para la iglesia en general.

LITERATURA CITADA

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