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Es triste encontrar siervos de Dios que no entiendan “La doctrina del Santuario” como el lugar donde los principios celestiales se encuentran. El Santuario en el Desierto es como el velo de la cortina entre el mundo celestial y el mundo natural donde podemos observar como en una maqueta (planos) los principios del evangelio, la ley, la adoración, la santidad y la justicia del “Gobierno de Dios”. Es nuestra doctrina distintiva y por medio de ella y complementándose con la cruz entendemos la realidades eternas. Ambos pilares de la cruz y el santuario se sostienen en el mismo principio “para que pueda morar entre vosotros”.



Hemos llegado a tal punto de nuestra teología que hablar del funcionamiento del santuario, su adoración, sus ordenanzas, su santidad y sus conceptos y principios llevándolos a su desarrollo lógico y filosófico que afecta nuestras practicas de la religión a venido a ser considerado JUDAIZAR. Se ignora hoy en día lo que Pablo entendía por Judaizar que es otorgar salvación por medio de la obras de la ley y rituales que practicaban los Fariseos. Los judaizantes a la luz de la biblia son los que viven en el antiguo pacto y que depende de la ley grabada en tabla de piedras. Son lo que viven según romanos 7. No han experimentado el nuevo pacto del espíritu mencionado en Romanos 8, no permiten que los principios de la ley sea grabada en el corazón. Depende de su promesa a Dios: “esto haremos”, y no de la promesa de Dios emitida en génesis 3:15 “el hizo por nosotros” que es la declaración fundacional del nuevo pacto.
Muchos llamaran a la respuesta del corazón convertido por el evangelio a la obediencia de los principios celestiales “Judaizar”.

Recordar un MANTO JUDÍO y como fue usado por Jesús, recordar como funcionaban las fiestas y su ilustración de las profecías y sus principios o entender el orden del Santuario en cuanto adoración no es Judaizar. Pronto abran hombres que llamaran a los hábitos de salud e higiene Judaizar, al concepto de expiación en el lugar Santísimo Judaizar, y a principios de adoración revelados por medio del sistema del santuario y Apocalipsis como Judaizar. Echaran acusaciones de Sectarismo y fariseo a los que intentan vivir de toda palabra derramada por Dios por cuanto no entienden que el fariseismo es la imposiciones de “TRADICIONES HUMANAS” sin la aplicación correcta de los principios bíblicos e incluso contra ellos.

Pongo citas importantes que debemos tener presentes:

Al Referirse a lo que debía ser realizado por la naciente Iglesia Adventista del Séptimo Día antes de la venida del Señor, Elena de White escribió en 1883: {CES 7.1}
“La mente de los creyentes debía ser dirigida al Santuario celestial, donde Cristo ha entrado para hacer expiación por su pueblo”.—Mensajes Selectos 1:77. {CES 7.2}
En un período de crisis, en 1906, cuando fueron puestas en tela de juicio ciertas enseñanzas básicas de los adventistas, ella escribió: {CES 7.3}
“La correcta comprensión del ministerio en el Santuario celestial es el fundamento de nuestra fe”.—El Evangelismo, 165. {CES 7.4}

Vi un trono, y sobre él se sentaban el Padre y el Hijo. Me fijé en el rostro de Jesús y admiré su hermosa persona. No pude contemplar la persona del Padre, pues le cubría una nube de gloriosa luz. Pregunté a Jesús si su Padre tenía forma como él. Dijo que la tenía, pero que yo no podía contemplarla, porque, dijo: “Si llegases a contemplar la gloria de su persona, dejarías de existir.” Delante del trono vi al pueblo adventista—la iglesia y el mundo. Vi dos compañías, la una postrada ante el trono, profundamente interesada, mientras que la otra no manifestaba interés y permanecía de pie, indiferente. Los que estaban postrados delante del trono elevaban sus oraciones a Dios y miraban a Jesús; miraba él entonces a su Padre, y parecía interceder para con él. Una luz se transmitía del Padre al Hijo y de éste a la compañía que oraba. Entonces vi que una luz excesivamente brillante procedía del Padre hacia el Hijo, y desde el Hijo ondeaba sobre el pueblo que estaba delante del trono. Pero pocos recibían esta gran luz. Muchos salían de debajo de ella y la resistían inmediatamente; otros eran descuidados y no apreciaban la luz, y ésta se alejaba de ellos. Algunos la apreciaban, y se acercaban para postrarse con la pequeña compañía que oraba. Esta recibía la luz y se regocijaba en ella, y sus rostros brillaban con su gloria. {PE 54.1}
Vi al Padre levantarse del trono,1 y en un carro de llamas entró en el lugar santísimo, al interior del velo, y se sentó. Entonces Jesús se levantó del trono, y la mayoría de los que estaban prosternados se levantó con él. No vi un solo rayo de luz pasar de Jesús a la multitud indiferente después que él se levantó, y esa multitud fué dejada en perfectas tinieblas. Los que se levantaron cuando se levantó Jesús, tenían los ojos fijos en él mientras se alejaba del trono y los conducía un trecho. Alzó entonces su brazo derecho, y oímos su hermosa voz decir: “Aguardad aquí; voy a mi Padre para recibir el reino; mantened vuestras vestiduras inmaculadas, y dentro de poco volveré de las bodas y os recibiré a mí mismo.” {PE 55.1}
Después de eso, un carro de nubes, cuyas ruedas eran como llamas de fuego, llegó rodeado de ángeles, adonde estaba Jesús. El entró en el carro y fué llevado al lugar santísimo, donde el Padre estaba sentado. Allí contemplé a Jesús, el gran Sumo sacerdote, de pie delante del Padre. En la orla de su vestidura había una campana y una granada; luego otra campana y otra granada. ‎”ENTONCES JESÚS ME MOSTRÓ LA DIFERENCIA ENTRE FE Y SENTIMIENTOS”. Los que se levantaron con Jesús elevaban su fe hacia él en el lugar santísimo, y rogaban: “Padre mío, danos tu Espíritu.” Entonces Jesús soplaba sobre ellos el Espíritu Santo. En ese aliento había luz, poder y mucho amor, gozo y paz. {PE 55.2}
Me di vuelta para mirar la compañía que seguía postrada delante del trono y no sabía que Jesús la había dejado. Satanás parecía estar al lado del trono, procurando llevar adelante la obra de Dios. Vi a la compañía alzar las miradas hacia el trono, y orar: “Padre, danos tu Espíritu.” Satanás soplaba entonces sobre ella una influencia impía; en ella había luz y mucho poder, pero nada de dulce amor, gozo ni paz. El objeto de Satanás era mantenerla engañada, arrastrarla hacia atrás y seducir a los hijos de Dios. “VI, UNO TRAS OTRO DEJAR LA COMPAÑÍA DE LOS QUE ESTABAN ORANDO A JESÚS EN EL LUGAR SANTÍSIMO, IR A REUNIRSE CON LOS QUE ESTABAN DELANTE DEL TRONO, Y A SU VEZ RECIBIERON LA INFLUENCIA IMPÍA DE SATANÁS.“{PE 55.3} Partes agregradas de la version {DS March 14, 1846}

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