En una discusión seminal ante el Grupo Parlamentario de Todos los Partidos de Respuesta y Recuperación de Pandemia (APPG) en el Reino Unido, los principales expertos en salud plantearon serias preocupaciones sobre el Tratado de Pandemia propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) . El tratado lo haría otorgar a la OMS poderes de vigilancia y censura.
Dr. David Bell, ex oficial médico de la OMS, y el profesor Garrett Wallace Brown, quien preside la Política de Salud Global en la Universidad de Leeds delineado cómo las propuestas podrían remodelar la dinámica entre la OMS y sus países miembros y poner en peligro las iniciativas críticas de salud.
El punto polémico gira en torno a la autoridad sin precedentes que estas propuestas podrían otorgar a la OMS. De acuerdo con el Dr. Bell, la OMS podría ejercer el poder de exigir fuertes contribuciones financieras de los países, suprimir el discurso científico y hacer cumplir las restricciones de viaje, los cierres patronales y las vacunas obligatorias en respuesta a emergencias de salud, que el organismo puede declarar a su discreción.
Bell explicó la transformación de la OMS desde su creación en 1946. Inicialmente formado para ofrecer orientación y coordinación en emergencias de salud, se ha centralizado cada vez más. Un cambio en los patrones de financiación, especialmente de los donantes privados, ha llevado a la OMS a convertirse en una organización donde las influencias externas dictan la agenda. Las implicaciones de este cambio son particularmente alarmantes cuando se consideran las definiciones ampliadas de emergencias de salud. “La OMS se estableció en 1946 con las mejores intenciones … A lo largo de las décadas hemos visto un cambio significativo en la dirección … Es un trasfondo preocupante en el que se negocian las enmiendas del RSI y el Tratado”, dijo Bell.
La discusión también obtuvo respuestas de legisladores del Reino Unido. Esther McVey, copresidenta de APPG, pidió un mayor escrutinio parlamentario, cuestionando la sabiduría de otorgar poderes radicales a la OMS, un organismo financiado en gran parte con fondos privados sin supervisión aparente. McVey, refiriéndose al historial de la OMS, expresó escepticismo. “Parece imprudente otorgar a un organismo supranacional no elegido y financiado en gran medida con fondos privados poder sobre la soberanía y los derechos individuales aparentemente sin supervisión”, opinó.
El diputado laborista Graham Stringer, también copresidente de APPG, expresó su oposición a la posible expansión de poderes de la OMS. Expresó su ansiedad con respecto a la probable influencia de los intereses comerciales dentro de la OMS y citó la controvertida postura de la organización sobre el uso de máscaras como indicativa de la toma de decisiones políticas, más que científicas. Stringer enfatizó que el impacto potencial en la salud pública, la democracia, las libertades civiles y los derechos individuales requiere un debate riguroso y una revisión transparente.
Tanto los expertos como los parlamentarios transmitieron la urgente necesidad de precaución y un análisis exhaustivo de los cambios propuestos por la OMS, pidiendo a los países que conserven la autonomía para abordar los desafíos de salud pública y la protección de las iniciativas de salud global contra la influencia indebida.
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