HIMNOVASION (DR. NUÑEZ y el peligro de su adventismo progresista 2) – Respuestas de Dr. Alberto R. Treiyer
En un libro que escribió Miguel Ángel Núñez titulado “La Verdad Progresiva…”, se proyecta a sí mismo como perteneciendo al ala “progresiva” de la Iglesia Adventista. Corresponde resaltar aquí que algunos pastores y profesores en ciertos lugares de la Iglesia Adventista en Estados Unidos (especialmente en California), se consideran a sí mismos como “adventistas progresistas”, no porque estén ofreciendo estudios avanzados en relación con nuestras verdades distintivas, sino porque han abiertamente abandonado varias creencias fundamentales de nuestra fe. [Por un análisis mayor de estos conceptos y del presumido adventismo progresista véase mi página de internet: www.adventistdistinctivemessages.com En especial el artículo: “Contextualizando Enfoques Teológicos en la Iglesia Adventista”.
Uno de los líderes de ese movimiento progresista que no representa la fe de nuestra iglesia, ha sido Fritz Guy, quien ha estado abogando hasta recientemente por la necesidad de aceptar la evolución e incluso la moralidad de los homosexuales. Véase Wikipedia bajo Fritz Guy: http://en.wikipedia.org/wiki/Fritz_Guy Lo sorprendente es que M. A. Núñez lo cite positivamente en varios lugares para destacar el progresismo que requiere en el adventismo. (Véase del libro de Núñez, págs 207 [nota 3], 210 [notas 2 y 3], 212 [nota 5], 213 [nota 1], 216 [nota 1]). Y de hecho, en la pág 272 se pone de nuevo del lado de Fritz Guy requiriendo una mayor apertura teológica en la Iglesia Adventista. Y en la pág 278 declara que “la verdad es progresiva, por lo tanto, ninguna doctrina es definitiva y final.”
En pág 216 dice Núñez, en el contexto de las 28 doctrinas fundamentales de la iglesia, algo que lo acerca grandemente a F. Guy: “no hay nada de malo en pensar, ni siquiera en dudar”. En pág 78 dice: “No puede ser Elena G. de White la última palabra en interpretación bíblica, eso… de un modo u otro mataría ‘la verdad progresiva’”. Aunque podemos entender, como lo dijo E. de White vez tras vez, que debemos progresar en la comprensión de las verdades bíblicas, también debemos recordar que ella habló de “hitos” y “pilares inamovibles” de la fe adventista, de “clavijas”, “cadenas de verdad” de las que no se pueden remover los eslabones, “columnas” y “fundamentos” de nuestra fe, que son “tan firmes e inconmovibles como el trono de Dios” (II MS 99), “firme plataforma” de la verdad, etc.
En ese libro, fiel a su estilo polémico, habla de la necesidad de progresar fuera de la intervención o interferencia de los administradores de la Iglesia Adventista a los que los califica de ignorantes e intransigentes (222-224), y de quienes se refiere como dando “decretos administrativos” (270). Por eso considera que los administradores no están en condiciones de opinar sobre asuntos teológicos, sino que deben tratarse dentro de la esfera de los doctores en teología (226). Como lo he viso hacer en otros temas como por ejemplo, que tocan problemas familiares, venera los sicólogos y los siquiatras por encima del pastorado, como los únicos que tienen derecho de opinar. También se pone del lado liberal e individualista de la teología adventista cuando dice que “un teólogo que enseña tiene un deber moral con el estudiante, incluso antes que con la institución en la que enseña” (221). Y hasta se refiere a los administradores como “adventistas inquisidores” (277).
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