“Aunque seas Ateo o creas en otro Dios. Los ojos del altísimo están sobre ti para que se cumpla lo que está escrito”
Texto Clave:
- “La misma Noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos. Y Darío, de media, cuando tenía sesenta y dos años, tomó el reino” Daniel 5:30-31
- “Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste”Isaías 45:5
Un poco de Historia (Validemos el relato Bíblico)
Los eruditos bíblicos liberales dicen que según la historia no hubo un hombre que se llamase Darío el meda y dicen que el escritor de las Escrituras debió de confundirle con un rey que reinó mucho después, llamado Darío de Persia.
Pero esta aparente equivocación también se puede explicar. Para empezar, todas las “Crónicas Babilonias” nos dicen la fecha exacta en que cayó Babilonia, el 13 de Octubre del año 539 a. de C. Según la documentación histórica un hombre llamado Gubaru, un meda, fue nombrado por el Rey Ciro para que gobernase en Babilonia en esa época.
Gubaru nació en el año 601 a. de C., lo cual significa que tendría 62 años cuando invadió Babilonia, exactamente la edad que se menciona en Daniel 5:31. Los datos babilonios acerca de la conquista de Babilonia por parte de Darío el meda aparecen a continuación:
“En el mes de Tashritu, cuando Ciro estaba batallando contra el ejército de Acad en Opis, en el río Tigris, los ciudadanos de Acad se sublevaron, pero Nabónido masacró a los confusos habitantes. En el día 14, sin que se produjese una batalla, fue tomada Sippar y Nabónido huyó para salvar su vida. En el día 16, Gubaru (Darío el meda) gobernador de Gutium y el ejército de Ciro entraron en Babilonia sin que hubiese una batalla y posteriormente arrestaron a Nabónido cuando regresó a Babilonia”.
En el tercer día del mes de Arahshamnu, Ciro entró en Babilonia y colocaron ramitas verdes delante de él y se impuso en la ciudad un estado de paz. Ciro envió sus saludos a toda Babilonia y Gubaru, su gobernador, instaló dirigentes que gobernasen sobre Babilonia”.
Este relato nos informa que Darío el meda instaló a subgobernadores en Babilonia y la Biblia dice lo mismo, siendo el profeta Daniel uno de los que lo relatan:
“Pareció bien a Darío constituir sobre el reino a 120 sátrapas que estuviesen en todo el reino y sobre ellos a tres ministros (de los cuales Daniel era uno), a quienes rindiesen cuenta estos sátrapas, para que el rey no fuese perjudicado. Daniel 6:1-2
Este era el mismo Darío el meda que hizo que Daniel fuese echado en el foso de los leones, que se menciona en el capítulo seis de Daniel. En lo que a su nombre se refiere, los historiadores creen que el nombre Darío no era un nombre propio, sino un título de honor que significaba “el que tiene el Cetro”. En otras palabras, “El que tiene el Cetro (el rey) de los medas”. El historiador judío Josefo también escribió:
“Darío el Meda, junto con un familiar, Ciro el Rey de Persia, puso fin al imperio babilonio. Darío era hijo de Astyages.”
De esta manera la Biblia otra vez es fiel a la historia y nos da más datos a la misma.
Un Cuento de Hadas; De Pastor a Príncipe
Lee Isaías 44:28-28 y Isaías 45:1-18
Casi ciento sesenta años antes de que ni siquiera naciese el rey Ciro, Dios le declaró al profeta Isaías que levantaría a este hombre, su pastor, para reconstruir la ciudad, aunque en los tiempos de Isaías, Jerusalén estaba prosperando y no sería destruida hasta 100 años después por Nabucodonosor, rey de Babilonia.
La profecía del Señor comienza en Isaías 44:28: “Yo soy el que dice de Ciro: “Es mi pastor y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: ‘Serás edificada’, y al Templo: ‘Serán puestos tus cimientos’”.
Herodoto, el historiador griego, deja constancia en el Volumen I de sus historias, del maravilloso relato de cómo Ciro escapó a la muerte, de manera milagrosa, cuando nació y de qué modo fue criado como un pastor que ni siquiera era su padre, haciendo, por lo tanto, que se cumpliese la palabra hablada por Dios a su profeta Isaías.
Herodoto escribió:
“Astyages, el hijo de Ciajares, se convirtió en rey. Tuvo un sueño fascinante acerca de su hija Mandane. En su sueño vio un arroyo que fluía de ella y que inundaba su capital además de toda Asia. Contó esta visión a los Magos, que tenían el don de interpretación de sueños, y que le explicaron su significado, por lo que se sintió profundamente aterrorizado… Al enterarse de que su hija estaba embarazada y que se acercaba el momento en que había de dar a luz, envió a Mandane a Persia. Cuando ella llegó allí, su padre mandó colocar una guardia sobre ella, con planes de matar a la criatura cuando ella diese a luz (*véase Isaías 45:10-13); porque cuando los Magos interpretaron la visión le dijeron que el hijo de su hija reinaría sobre Asia en lugar de él.
A fin de evitar que esto sucediese, inmediatamente después del nacimiento de Ciro, Astyages envió llamar a Harpago, un hombre de su propia casa y fiel al Medo, al que le había confiado sus asuntos y a éste le dijo:
“Arpagus, toma al hijo nacido de mi hija Mandane, llévatelo en secreto a tu casa y mátale y entiérrale donde te parezca bien.” Cuando Arpagus hubo accedido de mala gana, el niño fue entregado en sus manos, envuelto en pañales de muerte, y el llanto llegó rápidamente a su casa . . . diciendo: “Mis manos no cumplirán su voluntad ni deseo ser parte de este asesinato . . . Después que hubo dicho esto, envió a un mensajero para que volviese con un hombre llamado Mitradates, uno de los pastores.
Viniendo rápidamente según le habían pedido que lo hiciese, el pastor llegó y Arepagus le dijo: “Astyages te manda que te lleves a este niño a las regiones más montaraces de las colinas y abandónale allí, para que muera de muerte repentina. Y me dijo que te dijese que si no matas al niño, sino que permites que escape, te matarán haciendo uso de uno de los más dolorosos métodos, yo mismo he recibido órdenes de que me asegure de que el niño muera.”
Al recibir esta orden el pastor cogió al niño en sus brazos y viajó de regreso a donde había venido hasta que llegó junto a sus rebaños. Con esto el pastor descubrió al bebé y se lo mostró a su mujer que, al ver lo precioso y sano que era el pequeño, se echó a llorar y cayendo de rodillas ante su marido, le suplicó que no matase al bebé… de manera que el pequeño, al que el rey había dado órdenes de que destruyese, fue entregado a su mujer…”
Por lo tanto, Ciro fue criado como pastor, haciendo que se cumpliese la palabra de Dios a Isaías.
La segunda parte de la profecía de Isaías afirma que Ciro declararía que tenía que reconstruirse Jerusalén y el templo. Según la Biblia, el Rey Ciro de Persia, juntamente con su aliado, Darío el Meda, invadió el Imperio de Babilonia produciendo su ruina.
El siguiente es un relato del Rey Ciro, que se encontró inscrito en un barril de arcilla, que actualmente se encuentra a la vista del público en el Museo Británico. Menciona de qué modo conquistó babilonia, hizo que regresasen los exiliados a sus países de origen y mandó que los templos donde adoraban fuesen reconstruidos. La inscripción dice:
“El número de los hombres en su ejército era enorme, de modo que se parecía a las aguas de un Río, que no se pueden contar, marchando hacia adelante, con sus armas guardadas. Sin hacer que Entrase en batalla el enemigo, pudo entrar en Babilonia sin causar un gran daño a la ciudad. Nabónido fue entregado en sus manos, en manos del rey que no le había querido adorar… “A las Ciudades sagradas, situadas a la otra orilla del río Tigris, envié los artículos que se usaban en el santuario, haciendo que regresasen a las ruinas de sus lugares sagrados y también permití que regresasen a sus hogares los anteriores ciudadanos de la tierra… e hice un esfuerzo por reparar sus moradas.”
La próxima profecía confirmada por la historia se encuentra en Isaías 44:27: “Yo soy el que dice a las profundidades: “¡Secaos! ¡Yo haré secar tus ríos!” E Isaías 45:1-2 que dice: “Así dice el SEÑOR a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir puertas delante de él, puertas que no se cerrarán. Yo iré delante de ti y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce y haré pedazos cerrojos de hierro.”
El cumplimiento de estas profecías las ha confirmado el historiador Herodoto que escribe diciendo:
“La tierra de Asiria posee un gran número de ciudades, siendo la más fuerte y más conocida Babilonia. La siguiente es una descripción del lugar. . . A lo largo del borde de la muralla superior, construyeron estructuras de una sola habitación, cada una de ellas frente a la otra, dejando el suficiente espacio entre ellas como para que pudiese torcer un carro de cuatro caballos. Cien puertas, todas ellas de bronce, con dinteles de bronce y postes laterales forman el circuito de la muralla. La ciudad está dividida en dos secciones por el río que la cruza. Este río se conoce como el Eufrates, que es un arroyo ancho, profundo y rápido, que tiene su nacimiento en Armenia y va a desembocar en el mar Eritreo. . . En los puntos de entrada del río hay unas puertas bajas en la valla que flanquean el arroyo, semejantes en diseño a las grandes puertas en la muralla exterior, fabricadas de bronce, y que dan sobre el agua . . . Ciro marchó en dirección a Babilonia, llegando
a las orillas del Gindes, un río que tiene su nacimiento en las montañas Matienian y que fluye por la tierra de los dardanios para ir a desembocar en el río Tigris, que a continuación continua pasando por
la ciudad de Opis y se vacía en el mar Eritreo. Puesto que el Gindes solo se podía cruzar en barco, Ciro se detuvo al llegar junto al río.
Uno de sus caballos blancos favoritos, que llevó consigo en su marcha, salió corriendo e intentó cruzar el río él solo, pero al galopar en el agua la corriente le arrastró río abajo y le hundió hasta ahogarlo. Ciro se puso furioso y juró acabar con la potencia del río, diciendo que futuras generaciones podrían cruzarlo sin ni siquiera mojarse las rodillas.
Los planes que tenía de atacar Babilonia fueron postergados y dividió sus tropas en dos regimientos. Con el uso de cuerdas comenzó a marcar sectores a cada lado del río Gindes, yendo en todas las direcciones a partir de él, planeando colocar ciento ochenta trincheras por orilla. A continuación dio orden de que sus fuerzas se mantuviesen alertas a ambas orillas. No tardó en convertirse en realidad su amenaza de vencer al río con la ayuda de un gran número de obreros, pero tuvo que pagar un elevado precio, habiendo perdido toda la estación del verano.
Habiendo derrotado al río Gindes, desviándolo en trescientos sesenta canales, Ciro esperó a la siguiente primavera para marchar en contra de Babilonia. A poca distancia de la muralla de la ciudad, le estaba esperando el ejército babilónico. Se produjo entonces una batalla, en la que el rey persa derrotó a los babilonios, retirándose a continuación a su fortaleza, en la que se encerraron, burlándose de su sitio, porque se habían preparado contra su ataque almacenando alimentos dentro de la ciudad, que habrían de durar muchos años. Porque al ver a Ciro conquistas nación tras nación, quedaron convencidos de que nunca se detendría y que antes o después intentaría subyugarles.
En aquellos momentos Ciro no supo qué hacer, porque habían transcurrido muchos días durante los cuales se produjo poco progreso en la conquista de la ciudad. Por último, alguien sugirió un plan de acción o es posible que a él mismo se le ocurriese la idea, que puso en acción de la siguiente manera.
Colocando a un regimiento de sus tropas en el lugar en el que el río entra en la ciudad y otro grupo en la retaguardia donde desemboca el río, dio orden de que marchasen y entrasen en la ciudad tan pronto como el río fuese lo suficientemente poco profundo como para que pudiesen cruzarlo. Entonces él y su ejército se retiraron al lugar donde Nitocris había cavado el lago para el río, desviando el Eufrates por medio de un canal en el antiguo lecho del río, que se había convertido entonces en un pantano.
El nivel del río comenzó a descender a tal nivel que hacía posible cruzarlo. En ese momento, el ejército persa, que había quedado atrás en Babilonia, se introdujo en el arroyo, cuyo nivel llegaba a la mitad de la pantorrilla de los hombres y marcharon hasta la ciudad.
De haberse dado cuenta los babilonios de lo que pretendía conseguir Ciro o si se hubieran dado cuenta del peligro que corrían, hubieran impedido a los persas la entrada a la ciudad y hubiesen destruido a su ejército; porque podrían haber cerrado todas las calles con puertas que daban sobre el río y desde lo alto de las murallas a ambos lados del canal, hubieran pillado a sus enemigos con la guarda bajada, haciendo que cayesen en una trampa, pero afortunadamente para los persas, el ataque fue por sorpresa y pudieron capturar la ciudad.
Debido a que la ciudad era tan grande, los ciudadanos que se encontraban en la parte del centro de la ciudad no fueron conscientes de lo que había sucedido, a pesar de que las áreas exteriores de la ciudad habían caído ya, debido a que se hallaban inmersos en una fiesta, bailando y divirtiéndose. Este es el relato acerca de cómo fue primeramente conquistada Babilonia.”
El relato de Herodoto verifica, por lo tanto, que Dios permitió que Ciro subyugase a muchas naciones
ante él, que secase poderosas aguas y que entrase por las verjas de bronce abiertas de Babilonia, todo ello mientras Belsasar, su príncipe, estaba celebrando lo que resultaría ser su última fiesta, tal y como dice el capítulo 5 de Daniel. (Lee Isaías 47)
Así el “muro ancho de Babilonia” quedó “derribado enteramente, y sus altas puertas” fueron “quemadas a fuego.” Así hizo cesar Jehová de los ejércitos “la arrogancia de los soberbios” y abatió “la altivez de los fuertes.” Así Babilonia, “hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los Caldeos,” llegó a ser como Sodoma y Gomorra, lugar maldito para siempre. La Inspiración había declarado: “Nunca más será habitada, morará en ella de generación en generación; ni hincará allí tienda el Árabe, ni pastores tendrán allí majada: si no que dormirán allí bestias fieras, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán hijas del buho, y allí saltarán peludos. Y en sus palacios gritarán gatos cervales, y chacales en sus casas de deleite.” “Y convertiréla en posesión de erizos y en lagunas de agua: y la barreré con escobas de destrucción, dice Jehová de los ejércitos.” (Jer. 51: 58; Isa. 13: 11, 19-22; 14: 23.)
Para Meditar:
A cada nación que subió al escenario de acción se le permitió ocupar su lugar en la tierra, para que pudiese determinarse si iba a cumplir los propósitos del Vigilante y Santo. La profecía describió el nacimiento y el progreso de los grandes imperios mundiales: Babilonia, Medo – Persia, Grecia y Roma. Con cada uno de ellos, como con las naciones de menos potencia, la historia se repitió. Cada uno tuvo su plazo de prueba; cada uno fracasó, su gloria se desvaneció y desapareció su poder.
Aunque las naciones rechazaron los principios divinos y con ello labraron su propia ruina, un propósito divino predominante ha estado obrando manifiestamente a través de los siglos. Fue esto lo que vio el profeta Ezequiel en la maravillosa representación que se le dio durante su destierro en la tierra de los caldeos, cuando se desplegaron ante su mirada atónita los símbolos que revelaban un poder señoreador que rige los asuntos de los gobernantes terrenales.
La historia de las naciones nos habla a nosotros hoy. Dios asignó a cada nación e individuo un lugar en su gran plan. Hoy los hombres y las naciones son probados por la plomada que está en la mano de Aquel que no comete error. Por su propia elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus propósitos.
Al unir un eslabón con otro en la cadena de los acontecimientos, desde la eternidad pasada a la eternidad futura, las profecías que el gran YO SOY dio en su Palabra nos dicen dónde estamos hoy en la procesión de los siglos y lo que puede esperarse en el tiempo futuro. Todo lo que la profecía predijo como habiendo de acontecer hasta el momento actual, se lee cumplido en las páginas de la historia, y podemos tener la seguridad de que todo lo que falta por cumplir se realizará en su orden. (P.R.393-394)
AL IGUAL QUE SUCEDIÓ CON CIRO, LOS CREYENTES SON ESCOGIDOS DE ANTEMANO NO PARA CONSTRUIR UN TEMPLO DE PIEDRA SINO PARA FORMAR UN TEMPLO VIVO Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.