Musulmán se convierte al cristianismo leyendo el Corán
Bangladés.-El padre de Roton había quedado ciego así que le pedía a su hijo que le leyera el Corán para escuchar las historias acerca de Jesús. Esto creó la curiosidad en el joven que pasó a querer saber más de Cristo y fue tanto el deseo que terminó convirtiéndose al cristianismo.
“Al principio, yo le estaba leyendo a mi papá.
Pero después de unos días, me di cuenta que tenía más curiosidad por descubrir la verdad por mí mismo. Debido a las historias escritas en el Corán, empecé a creer en Jesús y me convertí en un cristiano”, dijo Roton.
Por ser el primer cristiano en una familia musulmana, el joven tuvo que refugiarse en las afueras de Dhaka, donde hay un campamento destinado a capacitar a jóvenes ex musulmanes.
Llegar al campamento no era fácil. Roton tuvo que caminar durante siete horas, cubierto de lodo y muy hambriento, el joven no se arrepentía de la decisión e hizo una declaración sorprendente cuando fue recibido en el lugar: “¡Estoy tan feliz de estar aquí. Ahora veo que no estoy solo!”.
El campamento está ubicado en los alrededores de Dhaka en una zona aislada y cuenta con el apoyo del Ministerio de Puertas Abiertas. La historia de Roton es sólo una de los miles de musulmanes que tienen que huir de sus ciudades para evitar ser forzados a renunciar a su fe en Jesús.
Traducido y adaptado por NoticiaCristiana.com
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¿Por qué nos mareamos al leer en un coche?
Uno de los grandes problemas de los coches es el hecho de marearte si tienes la vista fija en un sitio, ya sea leyendo, cambiando de emisora, haciendo algo en el portátil o viendo la tele.
¿Cuál es el motivo?
La clave está en que la información que recibe el cerebro de los diferentes sentidos no concuerda, lo que provoca desorientación espacial, la náusea y el vómito.
Una persona estima su ubicación espacial gracias a la combinación de diferentes informaciones provenientes de la vista, el tacto, el oído… La vista se encarga de ubicarnos en el espacio, de decirnos hacia qué dirección nos movemos. Los músculos y articulaciones nos hacen sentir la gravedad y de esta forma somos conscientes de qué es arriba y abajo. Y el oído interno nos mantiene en equilibrio.
Para ello utiliza unos conductos semicirculares llenos de líquido que conforman el sistema vestibular. Según cómo se mueva el líquido se estimulan más o menos los receptores que envían señales al cerebro que interpreta nuestros movimientos. Tanto los movimientos lineales (hacia delante, hacia atrás hacia arriba y hacia abajo) como los angulares (los giros).
Al tener la vista fija en un punto dentro de un coche los sentidos interpretan que estamos en un sitio estático, porque el interior no se mueve y lo que miramos tampoco. Si el exterior se mantiene en orden, como pasa en los aviones o los trenes, no nos mareamos, pero cuando el coche coge curvas, hace acelerones o pasa por baches el oído detecta que algo no va bien.
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